Hermanos Juramentados de la Espada Negra
¿Arte o no arte? Pues usted sabrá.
23-8-2015 14:03
Por Verion
Siempre pico. La última vez me dije que no iba a escribir más del asunto, pero siempre me las arreglo para picar en anzuelo con este tema. Supongo que llegará el día en el que esté muy harto y pase de todo. Pero en fin, creo que tengo una información que añadir a anteriores reflexiones.

Todo esto tiene un contexto. El debate de de “rol y arte” tiene ya tiempo, y en este caso se ha despertado en un hilo de G+ y en algunos entornos privados, algunos de los cuales no me habré enterado y algunos otros ya no me enteraré porque me he tenido que largar. En este caso el debate se ha envenenado porque algunos elementos de la opinión del “no” son partidarios de utilizar herramientas que destruyen el debate, incluyendo la ridiculización, los ataques ad hominem, las absolutamente innecesarias alusiones al diccionario (el diccionario en un debate otra vez, bravo). En serio que aquí no se puede hablar de arte, simplemente no se puede, y no porque la gente no quiera o no tenga nivel, sino porque hay personas que les molesta que se hable.

Dejando de lado los estériles debates destruidos por actitudes hostiles, encontré una reflexión que me apetece comentar. Esta venía a decir que los autores no tenemos nada que decir sobre si algo es arte o es arte, que eso es algo que en cualquier caso harán lo que observen la obra. Esto es interesante, pero tiene sus limitaciones.

En primer lugar, el autor también es un observador. De acuerdo, está condicionado por su autoría, pero sigue siendo un observador, y puede ser crítico, o incluso excesivamente autocrítico. Tiene una opinión, incluso aunque no manifieste públicamente.

En segundo lugar, el autor tiene una intencionalidad. En el caso de unos puede ser ganar dinero buscando un nicho de mercado que nadie había llenado, conseguir un mecenazgo, hablar de la grandeza del queso de una región, o cualquier motivación, asunto en el que no me meto: cada cual sabrá por qué hace las cosas.

Sí puedo hablar de por qué hago las cosas yo. Creo que nadie me puede decir nada de eso porque solo yo estoy dentro de mi cabeza. Y en este sentido se puede juzgar el resultado, pero no la intencionalidad. Es decir, se puede decir que el autor fracasó, que hizo una castaña de obra, pero nadie puede decir si lo intentó o no más que él mismo.

Pongamos por ejemplo “La Última Luz”, que es una novela que he escrito yo. Puedo decir que cuando la escribí intenté trasladar unos sentimientos y emociones al lector, intenté realizar una manifestación de la actividad humana expuesta desde mi visión personal. En el caso de la novela nadie parece dudar de que pueda tener esta cualidad. Quizá luego el resultado concreto no lo logre, lo cual es otro asunto. Yo lo intenté con todas lo que los dioses o la naturaleza pusieron a mi disposición.

Ahora tomaré otro ejemplo: el juego de rol en sí mismo. Se trata de una obra en la que yo mismo he trabajado durante también muchos años con una intención también muy clara: transmitir no solo un ambiente, sino una forma de entender el mundo, una manifestación de la actividad humana desde una visión personal, en este caso la de un colectivo creativo basado en unos principios. Y voy a demostrar que esa intención existió, a despecho de que se consiguiera o no.

Lo primero que les voy a señalar es la primera página, la que uno se encuentra al abrir la portada. Lo normal sería que hubiera unas páginas en blanco o “de cortesía” que casi vienen impuestas desde la imprenta. En este caso yo pedí explícitamente que no estuvieran para que el lector se encontrara con un mensaje muy concreto y chocante, un mensaje que encontré en mí mismo muchos años antes de editar, y con el que quise transmitir desde una visión personal una sensación sobre la actividad humana, en este caso el desagrado ante las villanías de la humanidad y la desesperación de no poder hacer nada salvo unirse a ellas. ¿Quizá salió mal? Pues puede ser, eso lo juzgará cada lector, pero la intencionalidad está ahí.


Lo segundo que voy a señalar son los elementos de la maquetación. Esto fue un gran dolor de cabeza para los miembros de la hermandad, porque no somos técnicos de este asunto, y las soluciones que nos ofrecían los maquetadores no nos convencían. Eran demasiado genéricas, demasiado “fantasía medieval”, algo que no encajaba.

Todo el tema fundamental detrás de Espada Negra es la piedra. La piedra transmite la permanencia, transmite la antigüedad, y a los mismos dioses. Con esta intención encargamos las columnas con las figuras de los dioses, esas columnas que quizá pasen desapercibidas, pero que fueron realizadas con sumo detalle para que transmitieran esta permanencia. Pasé horas al teléfono con el ilustrador haciendo pruebas y definiendo lo que tenía que transmitir cada dios en aquel pequeño espacio, y la forma en la que debía hacerse. Ahora pueden verse también en la página del juego de rol.

Permitan que reclame su atención sobre la página catorce. En ella se habla de la muerte como un concepto principal dentro de las nociones básicas del juego de rol, incluyendo una ilustración que para nosotros es muy especial, y un texto ambiental que personalmente redacté yo. En este texto se incluyen muchas expectativas vitales de este mismo individuo que no solo son una reflexión en ese sentido, sino que se imbrican con cómo está construido el juego a nivel de sistema.




Creo que incluso las mecánicas pueden utilizarse de esta forma, y aunque tengo ejemplos bastante sofisticados y densos, voy a aludir a uno muy sencillo: en el juego de rol de Espada Negra los "puntos de vida" vienen determinados por la voluntad, una aptitud que en este caso es mental y no física. Creo que esta forma de entender la capacidad de consciencia es bastante diferente a la habitual (en la que solo se implican cuestiones físicas del personaje), y transmite una visión concreta de la actividad humana. Creo que hace un dibujo muy claro de las situaciones en las que los puntos de vida se utilizan.



Podría seguir trayendo ejemplos. Creo que puedo encontrar al menos dos o tres en cada página. De muchos de ellos ni siquiera he sido consciente hasta que he participado en debates con personas que recibían la información "desde fuera" y señalaban lo personal que eran algunos elementos que para mí simplemente eran naturales.

Cuando recuerdo esta intención y este esfuerzo me siento satisfecho, no porque hayamos tenido éxito (¡eso lo dirán los jugadores!), sino porque creo que hicimos todo lo que estaba a nuestra disposición, lo mismo que he puesto en escribir muchas novelas (en este momento lo hago con la décimoquinta), y lo mismo que otros hermanos ponen en su música y en otras obras (por ejemplo, "atisbos de esperanza").

Pero cuando veo a personas que niegan que se pueda hacer, que digan de forma categórica que no hay espacio para el arte en la creación de juegos de rol, me siento molesto. Porque yo lo he sentido como intencionalidad lo mismo que cuando escribo novelas, por lo que sé que negar una cosa es negar la otra, y simplemente me desagrada.


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