Hermanos Juramentados de la Espada Negra
Odio, rencor y juegos de rol
6-7-2015 17:43
Por Verion
A veces me pregunto si he escrito con absoluta libertad. Y no quiero referirme a un estadio de libertad puramente teórico en el que nadie es libre del todo, sino que está condicionado por su sociedad y las opiniones ajenas. No, no me refiero a eso.

Tengo claro que cuando escribo rol o cuando escribo novelas tengo una libertad creativa que quiero preservar, pero esto no es exactamente así cuando escribo artículos en este espacio, o comentarios en las redes sociales, porque hay consecuencias (sociales), y eso trae complicaciones en muchos niveles entre los que se incluye, aunque cueste creerlo, el emocional.

Curiosamente sí tengo libertad para expresar mis emociones más personales y estay abierto a mostrar mi intimidad ante desconocidos, cosa que hago y seguiré haciendo, y me gusta hacer. Hay ciertos límites, claro. Por ejemplo, no hablo de cosas que competen a otras personas que no quieren que hable de ellos, aunque la verdad, hay ocasiones en las que me gustaría hacerlo.

Sin embargo, en las temáticas relacionadas con las obras en las que participo, hay que tener un cuidado especial porque en lo que se despista uno comienzan las hostilidades, y aquello que uno quería decir se tergiversa y se utiliza en su contra. Y la vida está llena de batallas ya; abrir más batallas porque no se puede evitar, de acuerdo, pero, ¿por manifestar una opinión sobre una forma de jugar al rol, o sobre la incidencia de la economía en el arte? Esto son cosas que a mí me parecen tremendamente interesantes, pero si se me va a atacar por ello, me lo voy a pensar mucho, mucho, mucho.

Luego están esos otros berenjenales en los que me he podido meter por defender algo que considero justo, o simplemente adecuado. Estos también me parecen muy importantes, pero también tienen la cualidad de complicarle la vida a uno hasta el punto de consumir jornadas de trabajo completas. ¿Merece la pena implicarse así? Supongo que depende de si se cumplen objetivos con ello, no todo es sacar adelante proyectos, hay que ser parte de la sociedad, pero, ¿dónde está el equilibrio?

Como sabrán los lectores, desde algunas semanas se vende el juego de rol de Espada Negra, así como su novela defectuosa (esta en “Paga lo que quieras”). Esto me coloca en una situación muy diferente con respecto a hace tiempo. Antes podía manifestar una opinión sin que nadie me dijera nada, pero ahora es un pelo más complicado, porque se me puede acusar de que lo digo para “generar más ventas”. Sería algo muy curioso teniendo en cuenta que ponemos todo en disposición libre, pero podría pasar, retorcimientos mucho más evidentes me sacan. Esta pérdida de independencia me da mucho que pensar.

Otra sensación que no me gusta nada es la de pensar que fomento “islas de opinión” o “guettos” que dividen a la afición no solo en relación con aquellos juegos a los que juegan, sino con aquellas comunidades en las que se involucran, las jornadas a las que acuden, e incluso la prensa que consultan. Quizá todo esto lo estoy exagerando, claro, y no tengo el peso como para fomentar nada, por supuesto, pero la verdad es que esto lo noto mucho por ejemplo con ocin y el irregular apoyo que tiene en función de... ¿qué? Eso sin duda no lo puedo atribuir rápidamente.

En este sentido la prensa escrita tradicionalmente había sido sustentada por blogs personales, o en el caso máximo por compilaciones más o menos personales. El paso al vídeo y al audio (u otros motivos) dejó un vacío (me refiero a Freak Times y multifriki) que como comunidad hemos tardado años en llenar. Ahora tenemos varias publicaciones de este tipo, ¿no sería lo mejor que pudieran coexistir sin pelear?

Quizá el problema de todo esto sea simplemente que cualquier organización o comunidad, por pequeña que sea, se enfrenta a sí misma en organizaciones o comunidades más pequeñas por sus diferencias cada vez más pequeñas pero más significativas.

O quizá otra parte del problema sea que nos irritamos en exceso ante las opiniones que no son como las nuestras, o con manifestaciones en contra de nuestra tendencia. Y de acuerdo, que yo me cabreo como el que más, pero prometo que no me lo tomo tan en serio. Intento dejar las cosas claras pero salvando una o dos excepciones, intento mirar hacia adelante y no hacia atrás.

En ocasiones creo que incluso nos pasamos una vuelta de rosca, y empezamos a hacernos mala sangre con respecto a los motivos con los que el de más allá se hace mala sangre, y escribimos hirientes artículos sobre por qué la opinión ajena nos resulta hiriente, explicándole de forma intolerante que tiene que ser más tolerante. Vale, ya lo estoy haciendo, ¿no?

Me veo a mí mismo sometido a una autocensura de expresión que no me termina de gustar, pero que parece mejor que no hacerla. Querría hacer críticas sobre por qué no me ha gustado tal cosa o tal afirmación, pero resulta que a la vez que denuncio una actitud que me parece perniciosa, estoy haciendo daño a ese otro de allá con mis afirmaciones, y me estoy cargando con unas peleas que una tras otra me van minando. Y hay una línea muy delgada entre ser crítico y convertirse en el malo.

Me gustaría conocer el camino que lleva a la conciliación de la crítica constructiva, la denuncia de lo injusto y la creación y promoción de obras sin caer en la depresión personal o el enfrentamiento hostil constante, pero desde luego en el pasado no lo he conseguido.

Cuando en el futuro me enfrente a cada situación de este tipo lo pensaré de forma individual con un criterio que ya estoy aplicando durante las últimas semanas. Si tengo una crítica, juzgaré su peso y si cabe lugar a una interpretación interesada de la misma. Si observo una injusticia, pensaré en si puedo hacer algo por cambiarla, o si por el contrario es un acto de prepotencia erigirme paladín de su erradicación.

Me someteré a la autocensura voluntaria con un objetivo final inalterado. Quiero participar en las batallas de una forma algo más selectiva, e intentaré invertir el tiempo y la energía resultante en trabajar más.

Eso sí, esto no significa que este servidor se haya convertido en un buenrollista. Aquellos que se consideren mis enemigos harían bien en entender que si bien no tengo intención de ceder a provocaciones, seguiré dando una respuesta tarde o temprano, como siempre he hecho. En esos casos estaré encantado de responder con toda la fuerza acumulada, o aún mejor, no responder públicamente y obrar de otra forma; la vida está llena de magníficas oportunidades de obtener una retribución legal, proporcionada y adecuada. Y desde luego sigue pareciéndome fatal lanzar críticas soterradas en las que se arroja la piedra, se esconde la mano y se siembra la duda sobre la posición de los demás.

Y como la inmensa mayoría de los lectores serán roleros, haré un pequeño alegato final de temporada, en cuatro partes.

Odiad a vuestros enemigos, cabrearos con ellos y respondedles lo que tenga que ser. Estará bien, no podemos ser todos amigos (ni todos neutrales). Pero no tengáis demasiados enemigos, ni mucho menos os permitáis a vosotros mismos criticar a toda una comunidad o odiar a todo lo que sea distinto a vosotros. Entonces ya no poseeréis vuestro odio y os haréis fuerte con él, sino que vuestro rencor os poseerá a vosotros, y seréis unos amargados.

Sed autocríticos. Exigíos lo que quiera que os gustaría recibir en cada momento, y luchad porque lo que hacéis cumpla con esas expectativas, para evitar caer en la vulgaridad de lo auto condescendiente.

Denunciad lo que no es justo. Hacedlo aquellos que no se tergiverse vuestra opinión en vuestra contra porque seáis una parte interesada del conflicto. Si queréis, vamos, y si puede ser, ofreciendo una alternativa clara.

La mayor parte de cosas son un globo. Se las llevará el viento.


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