Hermanos Juramentados de la Espada Negra
Insultando decentemente en castellano español
14-11-2017 13:44
Por Verion
Sabrán los que pasan por aquí, y si no lo digo ya, que no soy precisamente la persona más patriótica del mundo. No creo que este país sea algo de lo que sentirse orgulloso, pero la verdad es que tampoco creo que otros sean la panacea. No creo que haya una gran sociedad actual de la que sentirse orgulloso, sino que más bien hemos dado pasos muy erráticos que probablemente nos acaben conduciendo a mucho mal para nosotros mismos.

Pero aún así creo que hay elementos que son más interesantes que otros. Por ejemplo, creo que el himno español es bastante malo en oposición a otros que tienen más fuerza y nervio. Pero vaya, que hoy en día, tal y como somos las sociedades, quizá el himno sea más un rapero o el chiquilicuatre ese, o la música del corte inglés si es que tiene, o qué se yo…

En cualquier caso sí creo (y es tan solo una creencia) que hay algo en lo que es bueno ser español, o más concretamente de hablar castellano (cosa que se puede hacer sin nacer en este país), y son los tacos. De verdad, que creo que el castellano está lleno de buenas palabrotas, como por ejemplo “gilipollas”, todo lleno de bocales abiertas, o “cabronazo”, que además tiene unas buenas consonantes. Yo me quedo a gusto con los tacos en castellano.

En "Las águilas de Roma", por Marini.

Creo que en otros idiomas se quedan un poco a medias. Si por ejemplo decimos “idiot”, es como si faltara algo, esa vocal abierta con la que concluir, y lo mismo con “crétin” en francés. Tengo la sensación de que cualquier versión castellana tiene más alma, y me parece genial como suena “bastardo”, “hijo de puta” (y todas sus variantes), “subnormal”, “desgraciado”, “comemierda” o incluso “tocapelotas” o “mamón”.

Ahora bien, hay que tener cuidado con la mesura a la hora de insultar al prójimo. Pongamos por caso que uno nos adelanta mal obligándonos a frenar nuestro vehículo para evitar una colisión, y paramos a su lado en el semáforo subsiguiente. No hay que pasarse y decirle: “Aprende a conducir, pedazo de gilipollas comemierda, a ver si te voy a tener que arrancar el alma y cagarme en tu puta madre”, porque eso a fin de cuentas puede desencadenar en una pelea, y entonces ¿qué le gritas? Como no tengas práctica igual te quedas sin repertorio, y si de repente le dices “bastardo” te vas a deshinchar y vas a perder la ventaja moral.

En el castellano español podemos recurrir con cierta facilidad al “puto” para denotar énfasis. No es el recurso más original, pero en un momento de calentón hay que improvisar. Si empezamos por “puto” y luego añadimos cualquier insulto de nuestro repertorio, ya ha quedado bastante claro que estamos de mala hostia. Simplemente con decir “puto cretino” nuestro desprecio será evidente, y podemos continuar con la escala de la hostilidad sin perder la citada ventaja moral. No obstante conviene no perderse en el asunto y ceder en la tentación de hilar cinco tacos seguidos (ejemplo “puto gilipollas subnormal de los cojones”), porque entonces no estamos dando oportunidad a la respuesta, y lo que es peor, en lo que nos estamos elongando igual nos cazan una hostia, por listos.

Pero de verdad, que hay algunas ocasiones en las que una buena palabrota es completamente necesaria. Y si sabemos que nos vamos a pelear, eso de gritarle al otro es una buena forma de exorcizar el miedo que se nos pueda meter en el cuerpo. Creo que en parte de eso va lo de insultar al enemigo, así que si os entra el canguelo, gritad a pleno pulmón un par de tacos, pero por supuesto sin perder de vista al cabronazo, no sea que os madrugue. Ya sabéis, hay perros que ladran poco y muerden mucho.

Yo antaño tendía a soltar los tacos sin mucha mesura, pero no solo como en el ejemplo anterior, lo que como digo crea confusión, sino también en el significado. Por ejemplo, en el castellano español nos va mucho el “hijoputa”, “hijo de puta”, “hijo de la grandísima puta”, y otras variantes que en sí son un poco innecesarias porque para empezar están hablando de la madre del sujeto, y para seguir someten a denigración a un colectivo ya de por sí vulnerable. En cierto sentido es incluso clasista: ¿qué ocurre?, ¿es que una persona solo es merecedora de respeto si nació en una buena familia?

Yo creo que en realidad cuando alguien dice en la actualidad “hijoputa” no está pensando en la madre del otro si no es para provocarlo, y la expresión ya ha cobrado su propio significado como taco independiente. No obstante a mí me preocupa la cuestión de la prostitución, así que reconozco que, pese a todo, sería bueno ir sustituyéndolo por otro que ofenda de forma parecida. Por ejemplo, cierto sector de la hermandad pugna por utilizar “pedazo de mierda”, que también suena bien, está lleno de vocales, y si bien la conclusión no tiene tan buena sonoridad, lo deja a uno razonablemente satisfecho.

Pongamos otro caso más dramático. Hace muchos años era común llamar a alguien “marica” o “maricón” para decir que era un cobarde. Evidentemente esto se podía combinar con resultados tan sonoros como “gilipollas maricón de mierda”. Hoy estas fórmulas han caído en desuso porque la secuencia lógica “homosexual implica afeminado implica cobarde” es más insultante para el que la profiere que para el que la recibe. Por lo tanto hemos de buscarnos un sinónimo, y es aquí donde las opciones son bastante tristes, porque “caguón” o “gallina” suenan muy a patio de colegio, y “pusilánime” o “petimetre” tienen esa carencia de grandes vocales que engrandece a las buenas palabrotas en castellano.

Alguien podría decirme que quizá una opción razonable sería decir “cobarde”, que pese a tener una conclusión un poco débil, sí tiene una buena dosis de vocales abiertas y consonantes aceptables (tampoco es la rehostia, ¿eh?). El problema es que el recientemente fallecido Chiquito de la Calzada (al cual respeto a pesar de no compartir para nada su sentido del humor) popularizó un tonillo especial que puede desbaratar nuestro intento de humillar al enemigo, tanto en su percepción como en la nuestra, y de nuevo perder completamente la ventaja moral, o incluso peor aún, despertar la hilaridad.

De alguna forma es un poco triste que no podamos disponer de buenas palabrotas en todas las situaciones, pero creo que no es mala cosa que nuestros exabruptos representen bien nuestra personalidad al completo, y que tengan tan perfectos en su contenido como en su sonoridad. A este respecto es mejor practicar un poco para que no nos pille de nuevas y se nos escapen unas palabras de las que luego nos avergoncemos.

Y en fin, no podría cerrar el artículo sin plantear algunas cuestiones a los estimados lectores. ¿Vosotros qué exabruptos soléis emplear en cada situación? ¿Tenéis mesura u os dejáis llevar por el calor de la situación? ¿Sois de gritar antes de pelear, o más bien silenciosos? ¿Qué opináis del significado literal de una palabrota? Y sobre todo, ¿habéis encontrado una buena forma sonora de llamar cobarde al cabronazo en cuestión que os está jodiendo?

En fin, no seáis tocapelotas y comentad con una buena palabrota, jodidos petimetres comemierda.


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