Es un clan que mantiene una relación estrecha y natural con el Clan Eorleik, en parte porque está situado en un pequeño conjunto de islas escarpadas al noroeste de Valasnulf. El otro motivo es que la zona garantiza una razonable explotación minera que el clan aprovecha. Además de esto, son expertos marineros.
Se trata de un cinturón de islas que se encuentran al norte de Valasnulf. Es necesario navegar más de media jornada por un territorio que en los días tranquilos ya es peligroso. Cuando la mar se agita es un viaje solo posible para marineros muy expertos, e incluso para estos la maniobra de atraque puede tener riesgo.
Los orígenes del clan se pierden completamente en la historia, y solo se encuentran registros que señalan el interés del clan Eorleik por convertir al Imunrork en su vasallo. No obstante los esfuerzos diplomáticos para conseguirlo han tenido tan poco éxito como las maniobras militares.
El clan ha conseguido mantener su independencia, si bien ha pasado por múltiples crisis cuando los Eorleik han tenido otras fuentes de metal. En la actualidad las relaciones son bastante buenas y el clan parece tener garantizada su subsistencia.
El clima de las islas Imunrok es uno de los más hostiles del mundo. Se parece completamente al de la región del clan de la orca, con la dificultad añadida de que están abandonadas en medio del mar, hasta el punto de parece que algunas vayan a ser tragadas por él.
Debido a esto solo se pueden ver plantas y árboles perennes, si bien parecen aguantar congelados gran parte del año con proverbial valor. Es habitual entre los guerreros del clan, de hecho, grabar en el escudo un árbol moribundo.
Es particularmente reseñable que el clan tiene una importante celebración al final del Dabria Tulka, según la cual se sacrifican algunos de los animales que hubieran sobrevivido y se produce un banquete en honor a los dioses. Recibir una invitación para este banquete es muy importante y supone el evento social del año en las islas.
La economía de las islas Imunrok se centra en la minería y la forja. Prácticamente todo lo demás se obtiene del comercio con el clan de la orca. Se puede hablar, pues, de una comunidad fuertemente especializada.
La pesca no es mayoritaria, y el pastoreo tiene siempre una tendencia decreciente que se suple con los citados tratos comerciales. Ni mucho menos disponen de cultivos propios, ni tradición agricultora alguna.
El territorio está separado en islas, cada una de las cuales está gobernada por un “señor de la isla”. Todos ellos juran fidelidad al jefe del clan, el cual es reconocido con el titulo de rey, si bien su poder está limitado al propio clan.
Aunque el puesto del jefe del clan (el rey) sigue la tradición gunear, los señoríos se elijen entre los capitanes veteranos que ya han realizado muchos viajes y para los que se considera que deben vivir un retiro relativamente tranquilo en tierra en el que además se aproveche su superior experiencia. Debido a esto los señoríos tienen en general una duración no demasiado larga. Hay cierta dualidad con respecto a este cargo. Por una parte supone un retiro tranquilo y relativamente cómodo, pero por otro está lejos de toda gloria y lleva implícito el peso de tener que gestionar las conflictivas minas. Desear o no esta posición está muy en el carácter de cada uno, pero obtenerlo depende totalmente del rey del clan que no suele tener más consideración que lograr que el clan siga funcionando.
Es particularmente trascendente señalar que estos nombramientos tienen una carga social importante, pues implica a la tradición de la jura de sangre, un sofisticado ritual pensado inicialmente para señalar la mayoría de edad, pero también necesario en estos casos.
Dentro de toda esta mentalidad el concepto tradicional de guardianes de clan está algo fuera de lugar, como también lo está en el clan Eorleik.
En la actualidad el clan vive de proporcionar bienes útiles a los Eorleik, y estos reclaman cruda eficiencia a la que se tiene que responder sin remilgos personales, de forma que la corriente creativa lleva mucho tiempo en decadencia.
No obstante algunos herreros y guerreros se esfuerzan en mantener una visión tradicional más propia de los clanes del sur. El rey suele confiar en que existan uno o dos herreros así, y al menos media docena de guerreros que sean su guardia, pero fuera de esta visión no fomenta en absoluto el culto al poder personal.
Se puede decir que hay tres niveles sociales que no están claramente diferenciadas en el clan Imunrork. Por una parte están los gobernantes (el rey y los señores), aquellos que han hecho la jura de sangre (capitanes, guerreros y oficiales mineros), y finalmente el personal trabajador (mineros y marineros).
Teóricamente el salto entre castas está permitido, pero como el clan no puede permitirse demasiados miembros de la casta jurada, se exige una prueba de capacidad totalmente subjetiva.
La casta de los trabajadores tiene un estilo de vida muy pobre comparable con la esclavitud.
Quizá el lujo más evidente de la clase gobernante es conocido como “El viaje a los fauces”, el rito funerario según el clan el rey es inhumado junto con su mejor barco y sus armas. Este es puesto rumbo al noroeste el primer día sin “Frío aliento de Babglón” (ver religión).
En un conflicto entre trabajadores lo habitual es que su jefe tome una decisión que no sea cuestionada. Solamente se producen juicios cuando hay un problema entre miembros jurados del clan.
En este caso las ofensas se suelen dirimir por la tradición de la verdad del acero, según la cual se debe producir un duelo a muerte. El perdedor es enterrado en un lugar anónimo sin bendición de los dioses.
La deidad mas adorada en las islas es Babglón, sin lugar a dudas. Se produce una constante mención a su “frio aliento”, que es como llaman al viento del noroeste que con frecuencia sacude el archipiélago.
Existe algo de culto residual a Thargron, sobre todo por los guerreros, y por los pocos herreros a los que se les concede el honor de poder dedicarse de forma personal a la labor creativa.
Entre las mujeres hay una extraña tradición hacia Nathruneb. En este culto se la percibe más como una madre protectora que como una diosa de la naturaleza salvaje, pero no existe culto oficial como tal ni representación sagrada del mismo.
Como la madera no es un recurso fácilmente accesible, las casas suelen ser de una sola planta y estar manufacturadas de piedras grandes mezcladas con barro. La madera de la que disponen se aprovecha para las vigas, que suelen estar apoyadas en toscas columnas de granito. El tejado suele estar cubierto de láminas de pizarra.
Generalmente suelen estar medio enterradas a fin de ofrecer la menor resistencia al imponente viento del noroeste. Con frecuencia crece tosca hierba estival y musgos, aunque son invisibles la mayor parte del año, tapados bajo gruesas capas de nieve que se van retirando periódicamente para evitar el colapso del tejado.
En el centro de las casas suele haber un hogar, un círculo de piedra que contiene una hoguera en la que se cocina y que sirve las veces para calentar la vivienda. Este fuego extrañamente se apaga a lo largo del año.