Hermanos Juramentados de la Espada Negra
La tumba de Naeratis II (primera parte)
13-10-2015 13:13
Por Verion
No sé cuánto de interés tiene para los lectores de este espacio que yo relate las aventuras del grupo de rol creado por Senshi Shiroi, pero yo sin duda disfruto de hacerlo. Por cierto, he mencionado "primera parte" no porque esta semana vaya a escribir dos, sino por lo que ya se verá en el texto.

Nelk se detuvo en el centro mismo del circo intentando entender qué eran el cúmulo de sensaciones que se agolpaban dentro de ella. Miró hacia atrás, a la entrada del lugar en el que se había preparado con las armas y armaduras de un misterioso benefactor, y en la que le esperaba una Dafne que no ocultaba su desagrado con Msrah por dejarla pelear.

Ella no dejaba de pensar que Dafne no entendía, que a fin de cuentas había sido ella la que había pedido permiso para pelear por dinero… ¡claro, ese era el problema! Era la primera vez que no estaba luchando obligada con unas armas de mala calidad y sin nada que hacer salvo sobrevivir. Había pasado a tener una armadura de cuero de buena calidad y dos espadas decentes… y a poder estar en otro lugar.


Se sintió completamente atemorizada, y también absolutamente culpable por sentirse atemorizada: estaba haciendo lo que hacía por Msrah y por el Najshet. Se preguntó si para una furia era malo, de hecho, gozar del grado de libertad que estaba disfrutando ella, y si su valor había menguado demasiado.


-Voy a morir -se dijo a sí misma-. Estos malditos harrassianos se van a reír de cómo destrozan mi cadáver.


Escuchó decir su nombre entre una retahíla de palabras harrassianas, y el público se convirtió en un cúmulo de abucheos. Ella escupió. Le habría gustado hacerlo a la cara de cada uno, pero no podría llegar a las elevadas gradas.


El parloteo incomprensible se alargó demasiado, y llegó a pensar que había algún tipo de problema, lo que se confirmó cuando por el acceso frente a ella apareció un animal que no había visto en su vida, de más de dos metros, que tan pronto avanzaba a cuatro patas como se erguía a dos para gritar.

-Por Kaelis -dijo ella para sí misma.

Dejó las espadas en el suelo y se puso de rodillas para pedir una última bendición a Liana. Cuando ya no tenía mucha opción se levantó y arrojó una de las dos dagas contra la criatura, que sin duda se apercibió del golpe, incorporándose en un gesto de dolor. Nelk aprovechó para incrustar las dos espadas desde debajo por entre las costillas hacia el corazón. El ataque funcionó y la criatura cayó muerta al suelo.

Miró al público, que no decía nada, y finalmente se decidió por cortar la cabeza al animal para lanzarla en dirección al organizador. No logró que llegara a las gradas.

-¿A esto he venido? -se preguntó ella-. ¿A matar animales?

Por lo visto era algún tipo de calentamiento, pues finalmente la enfrentaron a alguna forma de campeón de la arena, uno de esos hombres nórdicos de casi tanto tamaño como el oso, y un hacha de grandes dimensiones que amenazaba con partirla en dos. Pero el hombre no era demasiado rápido, y ella consiguió hacerse con él lentamente, y finalmente le puso la espada en la cara. ¿Por qué no lo mataba? No era capaz de encontrar una respuesta.

El guerrero tiró el hacha, y ella avanzó para tirarlo al suelo. Después volvió con Dafne, quien la abrazó, aparentemente aliviada. Ella lloró en silencio: era la última vez en su vida que peleaba por el divertimento de los harrassianos. Ya solo lo haría por el Najshet, y por probarse a sí misma digna de los dioses y de una reencarnación mejor. Y tenía que decírselo a Msrah, de hecho le daba miedo que se negara, y cuando este apareció aparentemente satisfecho por el resultado, pensó que no aceptaría su decisión.

-No voy a volver a participar en combates de gladiadores -le dijo, en cuando estuvo frente a él-. Me he dado cuenta que si los dioses me han dado talento para la muerte, entonces estoy prostituyéndolo igual que Sohaila. Ya solo lucharé por el Najshet, y no voy a aceptar otra cosa.

En realidad sabía que aceptaría lo que le dijera Msrah, pero había querido sonar creíble, y sospechaba que no lo había logrado.

-De acuerdo -le dijo él, sin más.

Msrah parecía satisfecho con las ganancias, y prosiguió con los contactos políticos sin darle ninguna explicación a nadie. No se vio con Jebertep, sino que recibió en su lugar un saco con oro y una carta que le hizo fruncir el ceño.

-¿Cómo podemos sacar a cien furias de la ciudad sin llamar la atención? -preguntó al fin.

Solamente él supo qué ponía en la carta, y lo único que explicó era que tenían permiso extraoficial para llevarse a un grupo de furias para defender el templo. Ella fue la encargada de seleccionar a las mujeres en el pozo. Para sacarlas nadie tuvo una idea mejor que contratar al promotor de los combates de gladiadores, quien sin duda tendría experiencia en realizar ese tipo de maniobras.

-Ha accedido por la mitad del dinero que conseguimos -dijo Msrah esa noche-. Pero exige que pelees otra vez el mes que viene.

Ella bufó. No tenía ningún deseo de volver a la arena, pero si Msrah lo decía después de que ella le comunicara su deseo, estaba claro que no tenía opción. Se sintió dolida porque fuera así, y no pudo dejar de pensar que al final todos eran iguales, que le dirían lo que quisiera oír pero que en realidad su voluntad no importaría.

-De acuerdo -dijo al fin.

Intentó no pensar en ello, al menos tendría una oportunidad para enfrentarse a un oponente más digno, y con un poco de suerte no llegaría al mes siguiente, sino que podría dar su vida defendiendo el tiempo.

El promotor de combates cumplió con su promesa, y no tardaron demasiados días en tener a las furias en el templo. Realmente no a todas, una veintena de ellas habían fallecido a manos de una guerrera problemática que las consideraba débiles. A Nelk no le gustaba, le recordaba a sí misma, solo que más descontrolada. No le gustaba pensar que tenía que controlar a una como ella. En cualquier caso no le gustaba demasiado el grupo de furias en el templo, esperaba que se produjera un ataque cuanto antes para que murieran muchas de ellas, por lo que pasó unos cuantos días aislada de las demás.

Pero no todo era desgradable. Habían encontrado en su camino a una furia fugada que se había unido a una tribu de la cual también había escapado, y que invertía su tiempo junto a diez hombres asaltando caravanas. Tika era una persona interesante, y sería muy útil para que el grupo se moviera por el desierto.

Y luego estaba Raim Mi, un odioso harrassiano que era algún tipo de contacto de Msrah, y que también se había unido a ellos. A ella le molestaba su compañía, aunque aún le molestó más que deseara servir al Najshet y reencarnarse en una posición mejor.

-¿Así que quieres ser un servidor de Najshet, harrassiano? -le había preguntado ella, molesta.

-Sí, eso es lo que quiero.

-¿Sabes que los harrassianos sois todos unas ratas miserables?

-Sí, por eso quiero dejar de serlo.

-¿Sabes que como harrassiano estás por debajo de todos los nacidos Najshet? Eres incluso menos que una furia.

-Bueno, supongo que hay que empezar por abajo.

-¿Entonces estás dispuesto a ser menos que nada? ¿Estás dispuesto a bailar entre los muertos?

-Para eso he venido.

-Pues empezarás por llevarme la mochila.

Y lo hizo. Sin protestar.

No mucho más tarde se los convocó a una reunión en el templo. Estaban Msrah, Dafne, Kadhaj, Tika, e incluso Raim Mi. Ella no tenía ganas de estar, porque no tenía ninguna gana de hablar. Se trataron todos los asuntos. Se habló de Sohaila, del templo, de las furias, de dinero y de muchas cosas.

-Yo creo que debemos ir a la tumba de Naeratis II -propuso Naim Mi-. Creo que los harrassianos que estuvieron ahí no encontraron lo que buscaban, y ahora está al amparo de cualquiera que decida entrar en el lugar.

-Nuestros dioses son poderosos -dijo ella-. No dejarán sus regalos gratis a los harrassianos.

-Aún así estaría bien que sus regalos siguieran en manos de Najshet.

Hubo mucha más discusión, pero Nelk no le prestó mucha atención. ¡Entrar en una tumba y restaurar el honor de sus ocupantes! De alguna forma eso era un sueño hecho realidad que le hizo alejarse de la arena y de todos los problemas, y cuando estuvieron de viaje se centró en los sueños no solo de cumplir con su deber y descubrir un enigma, sino también de encontrar dentro de la tumba un reto con el que demostrar su valor a todos los presentes, y sobre todo de demostrárselo a sí misma.

Y tal y como esperaban el lugar había sufrido cierto saqueo superficial, y tal como esperaban las trampas de la tumba habían hecho desistir a los primeros visitantes. Nelk no conseguía concentrarse del todo, y temía enfrentarse a cualquier accidente que apagara las velas y le hiciera enfrentarse a la oscuridad absoluta, pero en cualquier caso tuvo tiempo de habituarse: la exploración llevó varios días en los que ella no tenía nada que aportar, y en los que podían estarse parados horas debatiendo el posible hallazgo de una trampa. Había estado muy cerca de perder la esperanza cuando en una sala al fin vieron movimiento.

No era la primera vez que Nelk veía muertos vivientes, pero normalmente estos no se enfrentaban a Msrah, sino que lo obedecían. Sus compañeros no parecían encontrar su ritmo en el combate, pero ella sí consiguió librarse de sus enemigos con cierta facilidad. Podía decir que había encontrado el lugar en el que tenía que estar, de hecho hasta le entró cierta risa al ver a Raim esquivar los ataques de los muertos con falta de elegancia.

-¿Ves Raim? ¡Ya estás bailando con muertos!

Al acabar el combate no pudo sentirse más culpable: Tika había sufrido una herida bastante importante por uno de los muertos vivientes. Lograron sacarla de la tumba y la pusieron a buen recaudo, pero aún así ella se sintió culpable, y extrañada.

¿Por qué le importaba que una furia fugitiva viviera o muriera? A fin de cuentas estaban sirviendo a los dioses, ¿qué más daba quién viviera o muriera si era cumpliendo esos deseos?

-Se pondrá bien -le dijo bailando con muertos.

-¿Y a mí qué? -preguntó ella, al momento.

-Parecías preocupada.

-Es una inútil y nos está frenando. Quizá la mate yo misma.

En realidad no pensaba que fuera una inútil, y de hecho le caía bien, pero no iba a reconocerlo ante aquel harrassiano que… en realidad también le caía bien. No es que fuera un Najshet, pero en cierta medida era mejor que muchos: se presentaba voluntario para las pruebas más peligrosas, y aunque le temblaban las rodillas al hacerlo, no miraba atrás ni se lo pensaba. Parecía que aceptara el castigo mucho mejor que gente que había conocido. Y fue especialmente consciente de ello, cuando, desesperados y ya sin recursos para mantenerse más tiempo en el lugar, se presentó voluntario para entrar en un lugar recóndito y oscuro por una rampa de pendiente elevada. Fue ahí cuando, tras una explosión contundente que arrojó cierta luz, ella perdió la paciencia, y se lanzó hacia el peligro. Ahí hizo un esfuerzo por superar el miedo a la oscuridad, y también la repugnancia a un horrible olor a heces, y finalmente encendió una vela. Ahí estaba Raim con gesto de impresión, y varias quemaduras. No pudo evitar reírse un buen rato.

-¿Qué te hace tanta gracia? -le preguntó el harrassiano.

-Eres bailando con muertos sin cejas.

El harrassiano también se rió un rato.

-Vamos a investigar este apestoso lugar. Creo que hemos dado con algún tipo de estercolero.

-¿Cómo te quemaste?

-Al encender la vela. Los estercoleros pueden arder. Por la divina Liana, ¿tú no vomitas?

-¿Has vomitado tú?

-Antes de encender la vela.

Había de reconocer que la peste era insoportable, pero podía aguantarla.

-He estado encarcelada en lugares muy pequeños que nadie limpiaba. Me ha acostumbrado a la mierda.

¿Por qué le contaba aquello? Se sintió rara de contar algo que le avergonzaba a un harrassiano, pero ese no dijo ningún juicio, no opinó nada en absoluto.

-Tendríamos que subir, no vamos a encontrar el tesoro de Naeretis II en un estercolero.
Avanzaron algo más por el lugar hasta que finalmente llegaron a un pasillo en el que no había heces, ni tampoco un olor del todo insoportable.

-¿No te cansas de equivocarte? -preguntó ella.

-Un pasillo, ¿y qué? No…

-¿QUIEN OSA ENTRAR EN MI TUMBA? -dijo una voz que le dolió en los oídos hasta la misma cabeza. Nelk se los tapó con las manos.

-Somos… somos servidores de Najshet, divina Naeretis. Yo soy Nelk, una furia, y él es bailando con muertos, un harrassiano que quiere aceptar el castigo, quiere ser un Najshet…

-¿Y HABÉIS VENIDO A POR MIS TESOROS?

Nelk sentía que le iban a estallar los oídos, pero se acercó para vislumbrar al fin a cuatro orgullosos muertos vivientes con armadura de guardián cuya carne se había podrido con el metal, y a la poderosa sacerdotisa, cuya carne prácticamente había dejado de existir.

-Este templo no es seguro. Los harrassianos vendrán tarde o temprano, y nosotros queremos protegerlos en el templo de Hampatuf, que sí podemos...

-NI YO, CON TODO MI PODER, TENGO ACCESO A MIS RELIQUIAS. SOLO LOS MUERTOS ENTRARÁN.

Ella dejó que pasaran unos segundos. Su voz era a la vez un susurro y un grito que sin duda podía utilizar como arma, aunque le daban aún más temor los guardianes. En los últimos días se había enfrentado a un oso y a un gunear, y luego a diez zombis entre todos, y a una criatura hecha de oscuridad. Pero tenía claro que no podrían enfrentarse a aquello.

Se prometió a sí misma que volverían.


Y como es costumbre, mis notas.
  • El estilo objetivo fue ejemplar en esta partida. Decidimos ir a la tumba como podríamos haber decidido ir a cualquier otro lugar, y se notó bastante. Afrontamos retos totalmente inadecuados para la capacidad de los personajes y ese encuentro del final era inabordable. Ahora el mapa tiene un reto que no sé si podremos afrontar, aunque Nelk no para de pensar en cómo superarlo… y tengo una o dos ideas, aunque si a alguien se le ocurre como derrotar a cuatro caballeros de la muerte con combate conjunto a una aullante poderosa, que por favor me lo diga.
  • Uno de los personajes, Msrah, tuvo acceso físico a la carta de Jebertep, que por lo visto está llena de información que permitía acceder a lo que “debería haber sido la partida”. El jugador no ha presentado la carta al resto de jugadores, ¡así que la mayoría estamos totalmente a ciegas!
  • Me ha costado mucho escribir el rolato, porque obviamente la partida no tenía una estructura narrativa, por lo que he omitido intencionadamente la exploración de la tumba, que estuvo llena de situaciones interesantes. Para mi fortuna la percepción de Nelk me permite saltarme todos los acertijos, enigmas y cuestiones de historia, y centrarme en su percepción del mundo, que sigue siendo limitada.
  • Nelk tuvo un misterioso mecenas que pagó sus armas en la arena, lo cual debe ser algún tipo de trama secundaria que a Nelk le da igual. Voy a intentar que Nelk esquive su siguiente compromiso como gladiadora: a ella le huele a que van a vender su muerte, y yo también lo creo. Ah, la criatura a la que se enfrentó fue un oso. Y en la tumba hubo un noctámbulo que también cayó en un turno. El combate a dos armas es una gloria.
  • Hay un poco de trama más del templo que dejo para el siguiente rolato: la otra furia problemática está dando demasiados problemas. ¿Debe Nelk matarla? Da la sensación de que todos piensan que las furias son responsabilidad suya, pero ella sin duda no lo cree.


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