Hermanos Juramentados de la Espada Negra
Participando en jornadas en dos mil quince
11-8-2015 12:37
Por Verion
A lo largo de los últimos tres años me he desplazado a una multitud de jornadas acompañando siempre al hermano Sigeiror y a otros miembros de la hermandad, y durante este periodo de nuestras vidas hemos podido ser testigos de subidas y bajadas, nos hemos hecho más veteranos, hemos conocido una ingente cantidad de personas, hemos estado en un montón de ciudades, hemos desgastado nuestras botas, y hemos hecho más ricos a los accionistas de las petroleras.

Llegado el momento actual estamos a punto de cerrar el fuerte periodo estival que una vez más ha sido muy intenso. Solamente tenemos programadas ya las siempre agradables jornadas de Torrevieja “Comarcon” y las para nosotros más cercanas “Ludo Ergo Sum”.

Muchas de estas jornadas las hemos visitado año tras año, mientras que otras no nos han resultado atractivas por diferentes motivos y las hemos tenido que dejar. Creo que en este momento somos el colectivo que más se desplaza, y si bien no tenemos experiencia montando jornadas (¿se acerca el momento de una convención Espada Negra?) hay cosas que he observado y que me apetece comentar.

Las caras que se hacen frecuentes

Uno empieza a hacer viaje tras viaje, y sin darse cuenta empieza a encontrarse con personas que ya estaban en alguna de las anteriores, y empieza a hablar con ellos y a compartir experiencias. Diría que hay tres tipos de personas que cumplen esta característica.
  • Los instaurados: se trata de personas que a pesar de que no viajan a todos los eventos, están año tras año en unos muy significativos.
  • Los que tienen un crowdfunding en menos de seis meses: no es difícil distinguir a este tipo de habitual, pues uno se lo encuentra en un buen número de jornadas. Después organiza su proceso de financiación, y finalmente uno solo se lo encuentra en aquellas jornadas que están cerca de su base de operaciones.
  • Los auténticos viajeros: personas con un gusto muy claro por las jornadas, normalmente con un trabajo aceptable, que aprovechan un permiso para ir a donde quiera que haya partidas de rol. Entre algunos de estos uno encuentra incluso organizadores de otras jornadas.
El gasto

Cuando he hablado del grupo que “tiene un crowdfunding” parece que señale cierta hipocresía por su parte, y aunque en cierta forma sí creo que puede haberla, también se debe tener en cuenta que esto de desplazarse a jornadas no es en absoluto barato. Nosotros vivimos en la capital de la nación, y eso nos supone una media de unos cuatrocientos kilómetros por desplazamiento, lo que solamente en combustible ya supone un gasto de más cincuenta euros, y eso sin tener en cuenta el espacio en el que dormir, la alimentación, y otros gastos. Para un colectivo de creadores ir a unas jornadas es caro.

Normalmente el transporte se puede conseguir algo más barato y cómodo en medios de transporte públicos si uno puede planificarlo con mucha antelación, pero en este caso hay que tener muy claro los días de estancia, y viajar ligero de equipaje. El último año hemos tenido que mover mucho material por lo que ha sido simplemente imposible.

Agradecemos especialmente aquellas jornadas en las que se nos pone medios para dormir. La hermandad tiene ya amigos en muchas ciudades, por lo que entre polideportivos y casas particulares hemos conseguido que solamente tengamos que pagar hotel en las “Tierra de Nadie”.

Lo que pesa pero no es gasto

Uno llega cansado de las jornadas. Se conducen muchos kilómetros, se duerme regular y se come peor. Durante ese tiempo no se avanza en los procesos creativos, no se hace ejercicio, y se está lejos de las personas queridas que igual uno no ve durante varias semanas. Si uno vuelve el domingo es muy difícil que el lunes esté plenamente operativo, y si se tiene que ir el viernes, ya el jueves tiene que tener las cosas preparadas.

Cuando uno va a jornadas por placer también se agota, pero cuando tiene un ingrediente que se refiere a la expansión de su obra, ciertos componentes se vuelven desagradables.

El trato

Uno de los puntos que marcan la diferencia entre unas jornadas positivas y unas negativas es el trato. De acuerdo, si las cosas salen bien en sí mismas uno se siente bien “en sí mismo”, pero el trato recibido de los organizadores es importante y afecta al estado personal y al resultado “en sí mismo” ya citado.

Yo he notado un progreso en el trato en la mayoría de los casos, ligado a la amistad alcanzada con los organizadores, o al progreso propio del proyecto de Espada Negra. En el primer año costaba encontrar una mesa en la que organizar actividades (aunque la conseguíamos), mientras que en el tercer año a veces se nos ofrece. El crowdfunding y el material físico son una referencia importante en esto.

Aún así se nota mucha diferencia con los grandes, los bien instaurados que en la mayor parte de ocasiones reciben un trato preferencial muy claro que es fuente de todo tipo de conversaciones. También reciben un trato mucho mejor los que son amigos de los organizadores, lo que despierta en mi opinión injusticias muy sensibles que en los casos más extremos me han llevado a no querer pisar según qué eventos que nos han hecho unos “feos” asquerosos.

Normalmente el trato de las jornadas pequeñas y locales es mejor, mientras que el de las jornadas grandes y globales es peor, y curiosamente el efecto no siempre es mejor en estas grandes. Es evidente que los grandes organizadores tienen mucho más de lo que preocuparse que los creadores independientes.

El factor de la veteranía

Sonará a una chorrada por mi parte, pero organizarse de una forma efectiva ayuda a que lo ayuden a uno. La parte complicada de esto es que uno no sabe qué jornadas van a coincidir hasta que todas se anuncian, y esto es un problema porque muchas coinciden. Considero muy importante tomar las siguientes precauciones.
  • Llevar un calendario de jornadas. Yo utilizo, de hecho, el de ocin.
  • Planificar con mucha anterioridad las actividades, explicarlas a los organizadores, asegurarse de que les ha llegado la información, y volver a asegurarse un par de semanas antes del evento.
  • Comprobar la presencia de otros asistentes que puedan ser potenciales aliados, o los que de hecho sean enemigos declarados.
  • Enviar rápidamente información como logos y similares para aparecer en carteles si es necesario.
Organizarse adecuadamente facilita mucho las cosas a todo el mundo.

La exposición

“¿Conoces Espada Negra?”, es una pregunta que hago mucho este año a los que echan un ojo al stand en el que hayamos podido ponernos, y aunque a veces la respuesta es “sí”, muchas más es “no”, así que en eso de darnos a conocer diría que lo estamos haciendo bien, porque la siguiente vez supongo que la respuesta será “me lo enseñaste el año pasado, maldito simio desmemoriado”.

En esto de mostrar el material, el emplazamiento que uno recibe es fundamental, y en este sentido si estamos fuera del flujo de paso hay que hacer algo por darse a ver, como patear el territorio con folletos.

Por cierto, que los folletos son muy prácticos cuando uno tiene el material principal en digital, mientras que si uno tiene una buena cantidad de artículos físicos es casi mejor invitar a manosearlos un poco y dar un recordatorio ligero como una tarjeta.

Algo que sin duda le reconozco al público de juegos de rol es muchos modales en este sentido del material que toman en sus manos, y es que muy rara vez me he encontrado una tarjeta o folleto abandonados.

Las partidas

Voy a hacer una confesión en este espacio: no siempre me gusta organizar partidas en jornadas. Bueno, hay ocasiones en las que es muy divertido y productivo, pero otras me parece una verdadera castaña. El motivo principal es que lo que me va a mí son las partidas largas en las que se puedan desarrollar los personajes, de forma que tiendo a sentirme molesto con el concepto más casual propio de unas jornadas. En esto se junta que mi concepción del rol no es exactamente “pasar la tarde disfrutando”, y que no quiero contar una novela (para eso mejor recomiendo una novela).

En este concepto de exponer un juego, las partidas no son del todo funcionales. Si uno echa dos o tres horas en enseñar el juego a cuatro o seis personas, pues aún, pero a mí no me mola el concepto de partida de dos horas, y me puedo estirar más a las cuatro, cinco o seis.

He observado que las partidas, a mayor nocturnidad, mejor me funcionan. Una persona que atiende a una partida por la noche me suele parecer más comprometida con el evento. Las partidas a primera hora de la mañana también suelen tener esta característica, pero sin embargo las que ocurren en la hora punta de la jornada (sábado por la tarde, normalmente) me parecen las peores, no solo porque es el horario menos comprometido, sino porque encima es el más ruidoso y en el que peor se juega.

Las charlas-presentación

Me gusta (en cierto sentido) dar charlas. Y no es porque me guste ser un pesado o tenga un gran ego que inflar, lo que no es el caso. La cuestión es que me gusta Espada Negra, y me gusta expandirlo y hablar de ello, a despecho de que yo exista o no. Pero por otra parte no me gusta nada.

En mi experiencia esto de las presentaciones y charlas es absolutamente aleatorio y depende totalmente de los organizadores. A algunos les parece positivo y le convocan a uno, mientras que otros solo quieren realizar actividades con autores con un gran nombre que lleven una presentación de powerpoint y cosas así.

En mi experiencia las charlas y presentaciones que hemos realizado han funcionado todas bien, pero la verdad es que en la actualidad yo no las pido porque me da vergüenza ser un pelmazo con los organizadores que claramente tienen cosas mucho más importantes a las que atender.

Las charlas-debate

Quizá este sea el tipo de actividad que más me guste personalmente. Ya sean talleres de cómo realizar aventuras o escribir, debates sobre la naturaleza de la narración, o exaltaciones de las licencias libres, me gusta participar como me gusta escribir un artículo al día.

Para mi desgracia por lo general no se me invita a participar en estos eventos, aunque en ocasiones sí. Y tampoco quiero ser un pelmazo con los organizadores que sin duda contarán con divulgadores mejores que yo En fin, no pasa nada, en otra vida será.

Socializar y divertirse

La vida no es todo exponer el mundo de Espada Negra, y si bien como jugador de rol me desplazaría a menos jornadas si no escribiera en este proyecto, sé que debo aprender a relajarme y disfrutar de las jornadas un poco más.

Una de las diversiones más evidentes es socializar con la peña, cosa que normalmente ocurre de forma natural. En este sentido de lo mejor es quedar para comer o ayudar un poco a la organización a recoger las cosas, si es menester.

En muy contadas ocasiones me apunto a partidas de rol o de rol en vivo. Normalmente si estoy en unas jornadas quiero aprovechar todo el tiempo posible para enseñar Espada Negra, pero he disfrutado mucho las pocas partidas en las que he podido participar.

Ya que es difícil que pueda hacer ejercicio durante estos eventos, me gusta hacer un poco de softcombat o jugger para mover un poco los músculos, así que me encanta conocer clubes de esta forma de ocio. Quién sabe, quizá algún día tenga mi propia espada.

¿Y en el futuro?

Desde luego no sé qué nos traerá el paso del tiempo. En el pasado hemos llegado a recorrer seiscientos kilómetros para poder organizar una partida y darnos a conocer, y en el presente hemos podido publicar un juego gracias a un razonable proceso de financiación colectiva. Como no tenemos planeado pararnos, sino seguir creciendo con novelas, ampliaciones del juego de rol, y (a ver si nos ponemos) vídeojuegos, lo más probable es que no estemos presente en menos jornadas, sino en más.

Y aunque es posible que en este anhelo no consigamos persistir y nos encontremos con la muerte más humillante, yo espero que consigamos salir adelante. Eso sí, espero tener buena memoria para que, si en el futuro nos ofrecen las injustas ventajas destinadas a los poderosos e instaurados, tengamos el valor para rechazarlas.


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